«Somos unas privilegiadas gracias al trabajo de las pioneras del periodismo, que hay que recuperar»

Por Tamara Crespo

Hoy somos unas privilegiadas gracias, en buena parte, al esfuerzo y sacrificio de las pioneras del reporterismo en unas épocas en las que no era nada fácil para ellas. Aunque, como dijo hace poco una compañera, la periodista Magis Iglesias, «parece que las mujeres siempre estamos empezando» no es así. Las mujeres de mi generación no partimos de cero. La deuda con las que ejercieron el oficio desde comienzos del siglo XX en España es enorme y este fue el argumento de la primera parte de la charla que ofrecí el 27 de marzo en el salón de grados de la Facultad de Derecho de la Universidad de Valladolid (UVA) dentro de las jornadas Mujeres en conflicto y bajo el título de Reporteras en conflicto: La deuda con las pioneras y experiencias personales. El ciclo, de tres conferencias, está organizado por la Fundación Jesús Pereda de CCOO, en colaboración con la Asociación de Periodistas Feministas de Castilla y León y es el complemento de una exposición fotográfica de JM López, que podrá visitarse hasta el próximo 28 de abril en la sede del Museo de Arte africano de la UVA

En mi segunda faceta profesional, la de librera, he tenido la oportunidad de conocer lo que se edita y reedita de las maestras del periodismo, mucho menos de lo que se ha hecho con los maestros. Autores como Pla o Camba están disponibles en ediciones actuales, pero del trabajo de las mujeres periodistas no hay apenas nada publicado y tampoco reediciones, con algunas excepciones. Tampoco los premios les hacen justicia. La mayoría llevan nombre masculino y los poquísimos que hay con nombre de mujer se destinan a lo femenino, no son premios «unisex», cuando ellas fueron pioneras del periodismo, no solo del femenino o feminista. Entre las mujeres de las que hablé, y de las que pueden encontrarse más datos en mi reportaje ¡A las maestras del periodismo!, publicado en la revista de la Asociación de la Prensa de Valladolid, están Carmen de Burgos, la más conocida; Mª Luz Morales, la primera mujer directora de un periódico de ámbito nacional en España (La Vanguardia en 1936); Magda Donato (pseudónimo de Margarita Nelken) y Josefina Carabias, precursoras del periodismo de investigación, y otras cuyos nombre se han perdido en el olvido, como Patrocinio de Biedma, Enma Calderón o María del Mar Terrones. La primera mujer que se puede considerar dedicada al periodismo en el mundo fue española, se llamaba Francisca de Aculodi. Sofía Casanova o Luisa Carnés, esta reeditada en los últimos años por Renacimiento y Hoja de lata, forman parte de una tan larga como desconocida lista de mujeres periodistas que nos abrieron camino a las de mi generación y anteriores.

Mi propia experiencia como reportera en zonas de conflicto, singular porque lo he sido sin salir de nuestras fronteras, constituyó la segunda parte de la conferencia, centrada también en la reivindicación del periodismo local como el menos “espectacular”, el menos llamativo, pero no menos comprometido y necesario. También hablé de otras mujeres del mundo y de España que sufren discriminación.

Como expliqué, nacer en el País Vasco cuando el terrorismo comenzaba su carrera de 40 años de muerte y violencia, ya marcó mi trayectoria vital y profesional. A mi, me ha perseguido la violencia del terrorismo sin salir de mi país. No muchos periodistas en Europa tienen esa experiencia, los de Irlanda del Norte, quizá… Y los españoles. Y en mi caso, han sido dos terrorismos muy diferentes, el de ETA primero y el yihadismo en mi última etapa en la prensa diaria, una década en las ciudades de Ceuta y Melilla, las ciudades más distintas de España y, al igual que Euskadi, una gran escuela de periodismo.

Los casos de machismo que he vivido en 20 años de profesión son anecdóticos y no he percibido brecha salarial por mi condición de mujer, aunque he de quejarme en general, porque creo que todos, hombres y mujeres, hemos estado y estamos muy mal pagados en este oficio, al menos, los de mi generación. También he tenido la suerte de romper el «techo de cristal» que mantiene a las mujeres, y por eso sí hay que seguir luchando, alejadas de los puestos de dirección de los medios, pues a lo largo de mi carrera he sido redactora jefe, subdirectora y adjunta a la dirección en dos periódicos.

Después de explicar lo que ha sido el trabajo de los periodistas en un escenario de violencia como el País Vasco y en otro donde el conflicto pasa por el auge y presión del extremismo islamista, terminé haciendo un llamamiento a no olvidarnos de las mujeres de otros lugares del mundo sometidas a mutilación genital, perseguidas por rebelarse contra el velo y todo lo que conlleva la salvaje discriminación que sufren en países como Irán.., y a observar también nuestro entorno y las amenazas que se ciernen sobre las libertades ya conquistadas en Europa pero nunca seguras si no nos mantenemos vigilantes. De nuevo, el papel de los periodistas que informan en su ámbito, local, regional y nacional, con riesgo de su vida en casos de países como México o, más recientemente y en Europa, Malta, donde en 2017 fue asesinada Daphne Caruana, es fundamental para que conozcamos el mundo, tanto o más que el trabajo de los reporteros y reporteras de internacional o de guerra. Mi conferencia, de la que este es tan solo un somero apunte, quiso ser un homenaje a todos ellos.

 

 

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