
Tamara Crespo
En estos días nefastos, negros, nos acordamos del maestro Manu Leguineche y de este artículo en el que -contra su costumbre de buen periodista de no hablar de sí mismo- publicó en 2002. Aunque no debamos ser protagonistas, a veces, lo que nos pasa a los periodistas en el ejercicio de nuestra labor, es también información valiosa que merece la pena compartir, como en este caso. Por más dificultades que hubiera tenido incluso en regímenes totalitarios, Manu nunca se había sentido «tan atropellado» en sus derechos como en Israel, decía. Fidel Raso, que también sufrió, años antes, en los 90, el desagradable y enervante trato de la policía al llegar como enviado especial a Israel, guardó años después en su archivo este artículo que compartimos por ver en él reflejada la experiencia (y el cabreo) que sintió entonces. Lo de ahora, el asesinato deliberado de periodistas gazatíes (más de 210 desde el 7 de octubre de 2023) y la prohibición de entrada en Gaza de colegas extranjeros, es el dramático epílogo de una política de décadas, lo que ocurre con el genocidio después de más de un siglo de colonización y limpieza étnica en Palestina, que comenzaron antes de 1948. La última vez que fuimos testigos de los abusos de Israel -para mi era la primera-, fue en Cisjordania hace casi siete años. No, no volvemos a Israel, maestro.













