La compasión. Apología de una virtud bajo sospecha

Fuera del marco religioso, el sentimiento de compasión -o de piedad- no goza hoy de excesivo prestigio, como podrían corroborarlo varias de nuestras locuciones ordinarias. Tampoco la historia del pensamiento, salvo notorias excepciones, se ha mostrado siempre lo bastante piadosa con la piedad. Al contrario, una sospecha muy general nos la presenta como una emoción triste nacida de la impotencia y la debilidad, un sentimiento tan blando e ineficaz como proclive a la desmesura, un afecto morboso que a menudo apenas logra encubrir el propio goce en la desdicha ajena y hasta cierto afán de humillar al desgraciado. Mal podría aspirar a tenerse por virtud la que ha sido tachada de pasión mala e inútil.

Pero el trabajo racional ha de traer a la luz el sentido último de la compasión a fin de pensar aquello a lo que oscuramente apunta, los resortes que la disparan: la dignidad del hombre y su consciente finitud. El hombre es un ser miserable -es decir, digno de ser compadecido- por albergar a la vez la miseria de su fragilidad mortal y la grandeza de su exclusiva libertad. Desde ese íntimo pesar de pertenecer a la comunidad de quienes se saben mortales, ¿qué otra cosa podríamos reclamar más acá del amor y más allá de la justicia, como no sea la piedad? Aunque nada más mereciéramos -o tal vez por merecer la nada-, eso que siempre merecemos es compasión.

Aurelio Arteta ha sido catedrático de Filosofía Moral y Política en la Universidad del País Vasco. Su tesis doctoral versó sobre Marx: valor, forma social y alienación (Libertarias, 1996). Ha recopilado algunos de sus artículos de opinión en A diestro y siniestro (1992), Parva política (1995) y Fe de horrores (1999). Autor de ensayos éticos, entre ellos La compasión. Apología de una virtud bajo sospecha (Paidós, 1996) y La virtud en la mirada. Ensayo sobre la admiración moral (Pre-Textos, 2002). Editor y autor de manuales universitarios como Teoría política: poder, moral, democracia (Alianza, 2003) y El saber del ciudadano. Las nociones capitales de la democracia (Alianza, 2008). Sus últimos trabajos han sido Mal consentido. La complicidad del espectador indiferente (Alianza, 2010), Tantos tontos tópicos (Ariel, 2012), Si todos lo dicen… Más tontos tópicos (Ariel, 2013), A pesar de los pesares. Cuaderno de la vejez (Ariel, 2015) y A fin de cuentas. Nuevo cuaderno de la vejez (Taurus, 2018). En fronterad mantuvo el blog El rincón del moralista.

Aunque nada más mereciéramos -o tal vez por merecer la nada-, eso que siempre merecemos es compasión.

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Aunque nada más mereciéramos -o tal vez por merecer la nada-, eso que siempre merecemos es compasión.

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Descripción

Fuera del marco religioso, el sentimiento de compasión -o de piedad- no goza hoy de excesivo prestigio, como podrían corroborarlo varias de nuestras locuciones ordinarias. Tampoco la historia del pensamiento, salvo notorias excepciones, se ha mostrado siempre lo bastante piadosa con la piedad. Al contrario, una sospecha muy general nos la presenta como una emoción triste nacida de la impotencia y la debilidad, un sentimiento tan blando e ineficaz como proclive a la desmesura, un afecto morboso que a menudo apenas logra encubrir el propio goce en la desdicha ajena y hasta cierto afán de humillar al desgraciado. Mal podría aspirar a tenerse por virtud la que ha sido tachada de pasión mala e inútil.

Pero el trabajo racional ha de traer a la luz el sentido último de la compasión a fin de pensar aquello a lo que oscuramente apunta, los resortes que la disparan: la dignidad del hombre y su consciente finitud. El hombre es un ser miserable -es decir, digno de ser compadecido- por albergar a la vez la miseria de su fragilidad mortal y la grandeza de su exclusiva libertad. Desde ese íntimo pesar de pertenecer a la comunidad de quienes se saben mortales, ¿qué otra cosa podríamos reclamar más acá del amor y más allá de la justicia, como no sea la piedad? Aunque nada más mereciéramos -o tal vez por merecer la nada-, eso que siempre merecemos es compasión.

Aurelio Arteta ha sido catedrático de Filosofía Moral y Política en la Universidad del País Vasco. Su tesis doctoral versó sobre Marx: valor, forma social y alienación (Libertarias, 1996). Ha recopilado algunos de sus artículos de opinión en A diestro y siniestro (1992), Parva política (1995) y Fe de horrores (1999). Autor de ensayos éticos, entre ellos La compasión. Apología de una virtud bajo sospecha (Paidós, 1996) y La virtud en la mirada. Ensayo sobre la admiración moral (Pre-Textos, 2002). Editor y autor de manuales universitarios como Teoría política: poder, moral, democracia (Alianza, 2003) y El saber del ciudadano. Las nociones capitales de la democracia (Alianza, 2008). Sus últimos trabajos han sido Mal consentido. La complicidad del espectador indiferente (Alianza, 2010), Tantos tontos tópicos (Ariel, 2012), Si todos lo dicen… Más tontos tópicos (Ariel, 2013), A pesar de los pesares. Cuaderno de la vejez (Ariel, 2015) y A fin de cuentas. Nuevo cuaderno de la vejez (Taurus, 2018). En fronterad mantuvo el blog El rincón del moralista.

Información adicional

Autor

Aurelio Arteta

Edición

2019

Editorial

Los Libros de FronteraD. Colección Biblioteca Anfibia

Formato

Rústica con solapas

Páginas

325

Director

Alfonso Armada

Fotografía de cubierta

Raquel Monje de la serie Balloons

Diseño de la cubierta

Emilio López Galiacho

ISBN

9788494858178

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